viernes, 3 de abril de 2009

Humanismo pornográfico


Según un maravilloso documental titulado “La isla de las flores”, los humanos nos distinguimos del resto de los seres vivos fundamentalmente por dos características:
el hipotálamo altamente desarrollado y el pulgar oponible. El primero nos permite pensar – lo que no está asociado indefectiblemente a entender. El segundo, crear con nuestras manos –lo que no significa que salgan de ellas maravillosas y admirables obras de arte.

Sin embargo, me ar
riesgo a afirmar que no hay nada que demuestre más clara y brutalmente nuestra condición humana – más allá de toda estética sensorial, más acá de cualquier política disciplinaria – que cagar, mear, eyacular,sangrar, parir, menstruar. Y si agregamos a estas acciones el sufijo –se, hay un replegar(se) de la piel a las entrañas, de la estética a la carne, que nos devuelve a nuestra humanidad más vital e inalienable, a un territorio que sabemos nuestro, inapropiable, inconquistable, ingobernable, divino: nuestro cuerpo, esa porción de materia que cada día vemos, sentimos, tocamos, olemos, lavamos, rechazamos y admiramos sin llegar a comprender.



Cagar, mear, vomitar, tener la regla, eyacular, tener un orgasmo: todo el mundo – a excepción de la casta eclesiástica – realiza y encarna alguno o todos estos actos tan cotidianos e imprescindibles. Pero existe el mandato moral de realizarlos en soledad, y si se trata de sexo (follar, coger, singar o tirar) se impone la “intimidad de la pareja”. Quizás por eso se dice que la pornografía está en la mirada, no en los actos: observar es lo obsceno. Sobre todo si lo hacemos a través del ojo de una cámara.


Belladona

Me pregunto cómo sería el sexo sin la mirada… No me refiero sólo a la nuestra en tanto protagonistas, sino a la de ese ojo ajeno tan parecido al Ojo Divino, ese panóptico que todo lo ve, esa especie de SuperSer que crea lo que mira. Creo que no tenemos ni idea... En todo caso, no es el sexo lo considerado pornográfico, sino la percepción del acto sexual.

La cámara es un ojo ajeno a quienes protagonizan la acción. Además, según lo poco que he entendido de física cuántica, la mirada modifica la materia y su movimiento. Y nuestro comportamiento, obviamente. ¿Quién no siente vergüenza por compartir el hedor de su mierda y acaba cortándose y dejándolo para otro momento? Y ¿qué pasa cuando estos actos considerados sucios y vergonzantes se dan cita en el sexo?

Mucha gente esgrime su derecho a la sábana impoluta, antes y después del sexo. Quizás porque el sexo es considerado sucio, más allá de alianzas matrimoniales y compromisos eclesiásticos, más acá de la maternidad y el romanticismo, y cagarnos, mearnos, vomitar, sangrar o menstruar como parte del acto sexual sólo conseguiría echar más agua al barro.

Sin embargo, a mí me encanta la inmundicia. Tanto que me atrevo a postular un humanismo pornográfico. ¿Quién puede negar la satisfacción que nos devuelve a la vida después de un portentoso vómito post _ alcohólico? ¿Hay alguien que desconozca el placer de un buen vaciado intestinal al finalizar esa prolongada digestión post _ atracón? ¿Qué hembra no desea ansiosamente que sus ovarios lluevan de una vez esos desperdicios sanguinolentos que nos limpian mensualmente de enfermedades y descendencias? ¿Quién se atrevería a negar las virtudes de un revolcón de poros abiertos y pieles deseantes?


Creo que contribuimos a generar graves desequilibrios: a pesar de nuestra inteligencia y nuestra capacidad creativa, ocupamos la mayor parte del tiempo en adicciones emocionales y necesidades físicas. Pero mientras que las adicciones emocionales son reinterpretadas y adaptadas por las más diversas vertientes filosóficas, religiosas y civiles, concretándose, entre miles de otros conceptos, en el amor romántico, la amistad eterna, el desamor, el flirteo, el matrimonio y el divorcio, entre otros; las necesidades físicas, acciones absolutamente imprescindibles para nuestra supervivencia, son injustamente consideradas obscenas. ¿Será porque todas se dan cita en el sexo? ¿Es por eso que le adjetivamos como sucio, y asquerosos los seres que lo practican sin sábanas blancas ni alianzas de castidad? Puede que la llamada promiscuidad tenga mucho que ver con cierto sistema religioso, pero aceptarla tranquiliza hasta a los espíritus más libertarios.


Por lo que a mí respecta, estoy convencida que mezclar no puede ser tan malo: en la combinación se adivina la diferencia; y en la diferencia, la disparidad de lo idéntico.


Y por si alguien se ha quedado con la duda sobre la influencia de los estímulos sensoriales sobre la materia, os dejo con estas fotos de moléculas de agua modificadas a partir de la bendición de un monje budista. Se trata de un experimento de Maseru Emoto sobre la estructura molecular del agua, el más receptivo de los elementos. Este señor japonés aplicó estímulos mentales a moléculas de agua y luego las fotografío con un ultramicroscopio. Este es el resultado:


Agua helada del Lago Fujiwara antes de ser bendecida por un monje budista


La misma agua después de ser bendecida por un monje budista


Mensaje: "te voy a matar"

Después de un discurso de Hitler

Después de Chopin

Dedico esta entrada con todo mi amor pornográfico a mi gemela, que tuvo que soportar mis paranoias japonesas y de transformaciones moleculares entre polvo y polvos, entre copa y tapa, mientras arrastrábamos nuestras ojeras y nuestras risas por las calles de Madrid. ¡Gracias, cariño!



4 comentarios:

Lubna Horizontal dijo...

Bueno yo más bien diría que cagar, mear, eyacular, menstruar y todo lo demás, lo que nos hace no es más humanxs sino más animales, al menos mamíferxs (aunque los caracoles también cagan que lo sé yo que tenía uno que se cagaba en la lechuga).

Estoy algo beoda, igual no he leído bien, jejejejeje.

Huy, he estado a punto de borrar este comment entero, pero qué coño, un poco de idiotez de vez en cuando no viene mal.

Ale, besicos, vulpeja suprema
Diana

HelenLaFloresta dijo...

justamente, mas animales, mas humanos.
a los humanos nos encanta presumir de dioses, separarnos de lo maquínico y lo animal en un acto de desprecio: somos seres superiores....

jeje...beoda...

muas

((( Heroína de lo periférico ))) dijo...

Enganchaíta que me tienes a tu blog!
Sí, la dicotomía cuerpo-mente sigue funcionando con toda su fuerza. Quizás más que cuerpo-mente, interior-exterior, visible-no visible o material-inmaterial (en el sentido menos metafísico de la dicotomía), ya que el interior no sólo encontraríamos la sacrosanta razón ilustrada sino también la romántica emoción. Emoción y razón frente al cuerpo, una cagada total porque ¿qué son nuestros cuerpos sino modelaciones racio-emocionales y que son nuestras razones-emociones sino productos de nuestro vivir coporal?. El cuerpo la cosa. Y la cosa da asco; gusta el ser.
Yo me he cansado de ser ser, yo quiero reivindicar mi ser cosa.
:P

Besitos, zorrilla

HelenLaFloresta dijo...

ser siendo, no se es nada, devenir constante. (aunk perlongher decia que el único devenir posible es el devenir mujer)

pues eso, devenir mujer. mujer k caga, mea, vomita, eyacula, menstrua, piensa, siente, ama y desama..

heroina, muxas ganas volver a vert pero zorri asilada x unos dias... me atrapo la primavera en el bosque, y me deje nomas!

bssss!!!