Se pueden decir muchas cosas de
Aminatu Haidar. El Sr. Ministro de Exteriores de España, por ejemplo, ha dicho que "Es una tozuda". También es interesante de destacar la opinión del jefe de la diplomacia de Marruecos, que la considera un "instrumento de Argelia y el Frente Polisario utilizado para bloquear las negociaciones políticas sobre el Sáhara Occidental en las Naciones Unidas"
Al mundo occidental le ha parecido bien que Aminatu Haidar se "exprese", pero "con discreción", agregó la clase política. No piensan lo mismo en Marruecos, en donde ha sido encarcelada, torturada y
expulsada.
Ella sostiene que se han vulnerado sus derechos humanos fundamentales y, como activista de los derechos humanos, es su deber luchar hasta el final. Lo que en este caso significa la muerte por inanición.
Podríamos hacer muchísimos alegatos izquierdistas, anticolonialistas, tercermundistas, feministas, pacifistas y revolucionarios sobre la causa y la forma de lucha de Aminatu Haidar.
Pero lo que a mí me fascina y emociona cada día es que un ser en apariciencia tan insignificante físicamente como es Aminatu Haidar utilice su cuerpo como herramienta contra una monarquía corrupta y déspota y logre ponerla en la estacada. Que una mujer que como tal ocupa un nivel jerárquicamente muy por debajo de un ministro, logre hacer rabiar de impotencia a ese ministro, a un juez y a toda la clase política de una monarquía africana, un país europeo y un organismo internacional del calibre de las Naciones Unidas.
Y lo que me conmueve profundamente es que esta mujer consiga mover el tapete de la diplomacia marroquí, española, europea e internacional a través del mecanismo históricamente reservado a las mujeres como arma de opresión: la negación, es decir, el no hablar, el no dejar(se) ver, el no comer. Así, transforma el silencio en voluntad de no hablar; el no comer en voluntad de no ceder; el no negociar en voluntad de transformar el futuro de una nación.
Ya quisieran todos esos monigotes que pueblan la clase gobernante la perseverancia -que no es lo mismo que tozudez, señor Ministro- y la férrea voluntad política de Aminatu Haidar.
La prensa la compara con Gandhi. Peor aún, dicen "la Gandhi marroquí". No me gusta nada la comparación. Aminatu Haidar no se pone al frente de nadie sino que recoge apoyos. Aminatu Haidar no estudió en Londres sino que cria hijos en el Sáhara. Aminatu Haidar no quiere hacer la revolución pacífica: exige la independencia de un territorio abandonado por España y aplastado por Marruecos. Y no estoy criticando a Gandhi, sino que afirmo que Aminatu Haidar no es la sombra de nadie.
Y repito su nombre varias veces para no olvidarlo. Se trata de la activista saharaui Aminatu Haidar, la que para hacer no hace.