miércoles, 26 de septiembre de 2012

Así son las cosas y así nos las estamos contando



El terrorista aducirá siempre motivaciones o fines que puedan abrirle la posiblidad de la evasión justificante (...). Intentar justificar el terrorismo por las razones que lo motivan es echar agua por el molino de este comportamiento criminal que, en última instancia, resultaría así justificado por la alegada legitimidad moral de sus causas u objetivos.” E. Garzón Valdés, Calamidades. BCN, 2004
el terrorismo es esa actividad criminal organizada y dirigida a intimidar a un sector de la población con vistas a obtener fines politicos”. Aurelio Arteta, “Terrorismo local y responsabilidad ciudadana”, Claves de Razón Práctica, marzo 2005
Cuando miro las películas ambientadas en el período de entreguerras siempre me pregunto: “¿cómo no se daban cuenta de la que les iba a caer?”. Ingenuidad. Siempre es así: pretender que el statu quo, nuestras vidas tal como las conocemos, han sido siempre así y así seguirán es uno de los pilares de la transferencia de responsabilidades a la clase política, es decir, la democracia parlamentaria. Que especialistas en dirección de rebaños nos administren y gestionen las vidas, que tenemos cosas más importantes que hacer. Delegar, no ejercer: así se organiza nuestra sociedad. Por eso, el “no nos representan” no es nuevo: tampoco lo hacían antes del desastre financiero. De allí el desastre financiero. Pero la gente, alejada de la política, bajaba la cabeza y se comía el marrón. La cosa es que ahora el marrón sabe a caca, y las nucas duelen de tanto mirar para abajo. 
En países curtidos en dictaduras, la clase política lo sabe y por eso apela constantemente al populismo. Ahí estaba ayer la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, denunciando en la ONU la represión policial en Madrid, como si el gobierno argentino fuera un ejemplo de democracia parlamentaria representativa y pacifista. Pero aunque en España deberían tener el PhD en dictaturas, la clase política actúa como esos catedráticos que de tanto creerse que lo saben todo ya no estudian nada y acaban siendo más ignorantes que sus alumnos de primer curso. 
Sin embargo, a pesar de que la conciencia popular sobre la estafa de la democracia va en aumento, creo que la cosa es grave: no sólo la represión policial de ayer, que ya se veía venir (¿para qué sino los 1350 antidesturbios desplazados desde todo el Estado?), sino por la actitud de la prensa y la clase política. La única cadena de tv que transmitió lo ocurrido fue la Sexta, que de premio se llevó un periodista herido. Las imágenes captadas en la estación de Atocha por unos fotógrafos son espeluznantes (ver Periodismo Humano), pero sólo podías enterarte de lo que pasaba través del streaming y el twitter. Grande el trabajo de http://www.livestream.com/spanishrevolutionsol y del Setmanari DirectaPor un lado,  profesionales independientes se jugaban su integridad física en medio de las cargas policiales; por otro, la editorial del 25s de El País apuntaba “Las manifestaciones, que la democracia ampara, no pueden usarse para deslegitimarla”. Como si manifestarse fuera una deslegitimación de la democracia, como si la interpelación a quienes tienen un escaño en el Parlamento fuera un reclamo de golpe de estado en lugar de una manifestación de la opinión de la ciudadanía sobre las decisiones tomadas por unos pocos que afectan a la mayoría, como si cubrir el evento significara tomar parte de un atentado terrorista y no una responsabilidad profesional.
Y con respecto a la clase política, sólo decir que minutos antes de que los antidisturbios dispararan indiscriminadamente balas de goma en los andenes de la estación de Atocha, los 50 diputados de los 350 que deberían haber estado en la sesión plenaria, salían caminando por la puerta de atrás del Congreso. Uno de ellos, el catalán Josep Sánchez Lliure, de CIU, incluso se sacó una foto con un diputado del PP con los antidisturbios de telón de fondo. 
Y aquí viene lo que me parece más preocupante, la pregunta del millón: en las próximas y ya anunciadas elecciones en Cataluña, ¿seguirá la mayoría dándole su voto, único momento de participación política para muchísima gente, a CIU? ¿Será la ciudadanía consecuente con el 25s y castigará a la clase política de la única manera hasta ahora eficiente que la mayoría conoce? Y respecto a los medios de comunicación, me pregunto si la gente que vivió en carne propia la represión del estado sobre la población en la jornada de ayer seguirá creyéndole a los noticieros, los periódicos y las radios; si seguirán participando de esta mentira o, finalmente, decidirán coger las riendas del carro y llevar la política y la información a la acción cotidiana. Me pregunto si toda la gente estafada y deshauciada seguirá llevando su dinero a los bancos para que se lo administren o comenzará a apostar por otros tipos de economía. Este es el desafío: la democracia no se pide, se ejerce. Reemplazar los culos que ocupan hoy los escaños del Congreso no encaminará la democracia hacia puerto seguro. La política es una acción cotidiana, no un reclamo ocasional. 
Por eso, de todas las imágenes que vi ayer me quedo con esta


2 comentarios:

Lluís Bosch dijo...

He descubierto tu blog y me ha gustado mucho este texto, que plantea preguntas que muchos nos estamos haciendo. Ahora en Cataluña se nos ha sumado el asunto de la independencia, no sabemos muy bien para qué: a mi no me parece que sea para construir una nueva democracia ni un estado que tenga prioridades distintas al presente, sinó quizás todo lo contrario. (La anécdota de Sánchez Llibre es sólo una anécdota, pero sirva para ver qué tipo de gente tenemos sentados en las butacas del Congreso).
Posiblemente dentro de 20 o 30 años quiénes lean lo que vivimos nosotros ahora también se preguntarán qué nos pasaba.
En mi blog planteé alguna reflexión sobre el tema:
http://mildimonis.blogspot.com.es/2012/09/hoja-de-ruta.html

HelenLaFloresta dijo...

hola lluís, he leído tu post y, por los comentarios, veo que desgraciadamente la cosa está grave: mientras que tú planteas la pregunta por la legitimidad de la clase política, muchos comentarios te acusan de anti-independentista. La política del blanco y negro otra vez, la gente dejándose manipular por unos ladrones de tres al cuarto (el ejemplo de Sanchez llibre es anecdotic, però malauradament representatiu: un dels lladres que ens governen, investigat per corrupción)
el caso del reclamo independentista en cataluña es paradigmático: pedir algo que no está organizado, reclamar un deseo (más allá de su legitimidad) como si fuera una rabieta; exigir, que ya organizarán la cosa quienes saben hacerlo. Sin asumir responsabilidades lo único que conseguiremos es que nos sigan estafando...