miércoles, 9 de abril de 2014

Estimadas revista pikara, beatriz gimeno, habituales y recién estrenadas lectoras:


Hace unos días, y antes hace unas semanas, o unos meses, cometí la imprudencia de expresar mi opinión crítica en diversos artículos sobre madres, antimadres, supermadres, megamadres y desmadres. Por diversos impedimentos, como inmobiliarias, ayuntamientos, abogadas y otros horrores que nada tienen que ver con ser madre sino con ser parte del precariado, no escribí un post en el blog como he hecho muchas otras veces. Me limité a poner comentarios y enviar algunos twits como medio rápido de llamar la atención sobre algunos aspectos que me inquietaban y con la intención de abrir la conversación, no desde el victimismo ni mucho menos desde el trauma.
En un momento, se me ocurrió escribir a algunas de estas madres escritoras de artículos feministas para proponerles una conversación abierta entre distintas perspectivas, en lugar de vociferar cada una desde nuestros puestos de combate. Imaginad mi sorpresa cuando me encuentro con un twit de pikara en el que se me invita a leer el siguiente artículo ¿Por qué nos enfada tanto debatir sobre maternidad? a modo de “respuesta a mi inquietud”.
@helenlafloresta Nuestra respuesta a tu inquietud:http://t.co/oKx8DXCGIy @BeatrizGimeno1
— Pikara Magazine (@pikaramagazine)
abril 7, 2014
Así que dejo de lado mis preocupaciones más acuciantes y me dedico a escribir esta respuesta, con la esperanza de que la próxima vez que me sienta interpelada a escribir sea sobre lo que me preocupa de verdad y no sobre las preocupaciones que otras presuponen para mí.
En primer lugar, aclarar que este artículo no responde en nada a mi inquietud, que es cómo tirar para adelante cada día sin un sueldo y con optimismo, cómo sobrevivir monstruosa en una sociedad normalizadora, cómo amar con respeto lejos de la propiedad privada, la pareja y la familia nuclear.
La segunda cuestión es que no necesito que me den voz. Ya tengo mi propia voz. Igual que las personas que han leído vuestros artículos y han expresado su disconformidad al sentirse insultadas. Y aquí es importante recordar los grandes peligros de un lenguaje común, de los discursos que homogeneizan, de traducir lo que otras han dicho olvidando que traduttore traditore, de confundir debate con conversación. Debatir. 1.tr. Altercar, contender, discutir, disputar sobre algo. 2. tr. Combatir, guerrear. Conversar. 1. intr. Hablar con otra u otras. 2. intr. Mil. Hacer conversión. 3. intr. Desus. Vivir, habitar en compañía de otros. 4. intr. desus. Tratar, comunicar y tener amistad con otra u otras. 5. tr. Ec. narrar.
Aquello que fue traducido como “mi inquietud” era una pregunta no exenta de ironía, ya que en menos de 140 caracteres pretendía demostrar mi complicidad con las autoras repitiendo el tono “provocador” de sus artículos pero presuponiendo, ilusa de mí, que píkara y beatriz gimeno conocían mínimamente mis opiniones y pensamientos sobre el tema y que leerían la pregunta como una ironía para llamar la atención. Siempre olvido lo de no dar nunca nada por sentado, así que mea culpa. Por eso, invito a beatriz gimeno y píkara a conocer algunos trabajos en los que hablo con más detalle sobre la maternidad, con la esperanza de poder abrir una conversación entre distintos puntos de vista que no intenten convencer a nadie de tener la verdad, sino de con-versar, compartir el verso, que es acción, experiencia, contexto, historia. Podéis leer aquí en este mismo blog, o en el artículo del libro transfeminismos, o quizás ver el vídeo baby alien. O leer Autopsia de una langosta. O los comentarios que he dejado tantas veces en pikara.
Mi intención al enviar esos twits no era reivindicar no sé que tipo de buena madre, sino llamar la atención sobre ciertas tendencias que veía reforzadas en estos artículos y que me parece nos alejan del feminismo. Como, por ejemplo, el expresarse con un discurso que homogeneiza experiencias, tratándolas como si fueran tags, desencarnándolas, hablándonos de unas madres que son La madre, que parece decirnos quiénes somos, qué vivimos, qué problemas tenemos, qué hacemos mal, qué bien, volviéndo así a colocarnos en el lugar más bajo de la jerarquía, aquel desde el cual no tienes voz, si acaso “te la dan”. Y me preocupa porque respeto y me interesa qué dicen, qué piensan, qué promueven, tanto píkara como beatriz gimeno, si no, no las leería.
cuando pregunto en un twit si tenéis algún tipo de discurso contra la maternidad, lo digo por los titulares de los artículos. Nadie que use las redes sociales ignora que el titular es la noticia. Por eso, cuando leo 'Construyendo un discurso antimaternal' o 'Estoy en contra de la lactancia materna' en una revista feminista a la que acudo en busca de empoderamiento, me pregunto a quiénes os dirigís, qué polémica os interesa levantar, qué discursos, qué rabias, qué experiencias.
Cuando leo esos titulares, no pienso en madres hippies que deciden tener sus criaturas colgando de sus pechos hasta que les dicen “mami, la leche ya no me quita el gusto a cerveza de la boca”. El dilema ya lo tendrá la criatura en cuestión. O no. nunca le pregunté a nadie ni leí sobre nadie que hablara de sus terribles traumas por haber padecido una larga lactancia materna, así que no puedo opinar.
Cuando leo esos titulares, pienso en las que no pueden elegir, las que las preñan a los 14 13 12. las que no saben si ser o no madre porque tienen miedo de “perder su vida”. las que piensen que ser madre les salvará la vida. pienso en las madres que quieren pero no pueden. en las que no quieren y lo hacen igual como pueden, porque nadie lo hará por ellas. ser madre es una de esas situaciones en las que no puedes llamar para decir que hoy no. y eso desgraciadamente porque se es madre en soledad o en el seno de la pareja y la familia nuclear. es decir, del patriarcado.
cuando leo estos titulares, pienso en las que ni siquiera se han dado cuenta que son madres y ya las están interpelando diciéndoles cómo lo tienen que hacer. pienso en las que no quieren y se sienten culpables. pienso en las madres recién paridas con las tetas a reventar deseando que chupe ya pero no le dejan porque la carísima incubadora es inaccesible para un cuerpo postrado por una cesárea. pienso en los cientos de criaturas que he visto morir lentamente de desnutrición porque sus madres no les podían amamantar. Pienso en nestlé y en el éxtasis de amamantar y en mastitis y en la prima de lucia a quien en un supermercado en barcelona le dijeron que se fuera a dar el pecho al lavabo. pienso en situaciones reales encarnadas en personas de carne, hueso y sangre. Pero no puedo pensar en la madre de la que habláis porque no sé quién es.
No hay una madre, ni buena ni mala. Hay madres. Algunas empoderadas, otras agobiadas y muchísimas aturdidas. Tener un bebé es una experiencia que puede ser devastadora porque los bebés son la mayor dependencia que jamás hayas vivido. Tener un bebé puede ser la experiencia más alucinante que hayas tenido porque si le amas, y solo si le amas, vas a sentir el amor más allá de todas tus expectativas. Tener un bebé puede ser una tragedia que nadie nadie nadie puede vivir tan terriblemente como la madre. Por todo eso, respeto. Apoyo. Confianza. Escucha. Los insultos y los buenos consejos, pa la consulta médica por favor.
Desde mi humilde opinión que no tiene ninguna rúbrica feminista auténtica pero creo honesta, os pido: ¡Dejad a La Madre en su tumba ya! Ya se la cargó Edipo hace siglos. ¡Menos Woody Allen y más Stewie Griffin! El bebé mata-madre de padre de familia emitido en el horario en que las familias televisivas se sientan a cenar sí que es ironía, eso sí que es poner en jaque la figura de la madre y la del hijo. En cambio, me parece muy poco irónico y nada empoderador publicar en una revista feminista una serie de artículos que nunca nos dicen desde dónde ni de qué madres se habla, unos artículos que presuponen que una consigna patriarcal como “has / no has de amamantar” es el problema de todas las madres, qué digo, de todas las mujeres. ¿Qué mujeres? ¿Qué madres? ¿Qué problema?
Desde mi punto de vista, el problema es la capacidad de decisión de la mujer, y no qué es lo mejor para ser una Buena Madre. ¿Qué buena madre? ¿La que dijo quién? ¿De quién? ¿Cómo? ¿Dónde?
El problema no es si está bien o mal amamantar, o debatir sobre si la consiga debe ser “amamanta” o “no amamantes”, “aborta” o “no aborta”. el problema es que constantemente se nos diga qué tenemos qué hacer sin conocer las circunstancias, los detalles, los contextos, la especificidad. Sin que nadie nos pregunte. sin que nadie nos ayude (porque ser madre solo lo sabe hacer la madre, el resto mira de reojo). Presuponiendo que todas las personas tienen los mismos problemas y los mismos recursos en relación a un temazo como el ser madre.
El problema es que se considere que una, que acaba de pasar por 9 meses y medio de embarazo y un parto tenga que escuchar al personal médico en su conjunto, a la cuñada, a los vecinos, a la prima lejana de la tía pepi, y ahora, a las revistas feministas, para saber qué hacer, ya que ella, esa desvalida y débil mujer, no es capaz de decidir evaluando entre lo que puede y lo que quiere hacer: si amamantar, abortar, pegarse un tiro o matar a la tía pepi. Y eso para las que tengan el lujazo de poder decidir.
El problema es que venga una cohorte de especialistas en tropel a darte la vara en la farmacia, el hospital, la escuela, la familia, los libros de autoayuda, las revistas de cómo ser madre y cómo ser padre y cómo amar más y mejor para ser felices para siempre. Y que la madre tenga que tragarse toda esa prepotencia cargada de buenas intenciones con una sonrisa y prometer que hará lo mejor, para el bebé y para ella (así, en ese orden). ¿y si lo mejor no es una opción?
El problema es que tengas una criatura a la que puedes y te encanta amamantar y tengas que irte a un curro de mierda 8 9 10 horas y se te reviente una de las tetas y tengas la camiseta llena de leche por el lado izquierdo y tus hormonas te aúllen y tengas que estar clasificando papeles o limpiando culos ajenos o cualquier otro trabajo de mierda en lugar de estar amamantando porque ese no es un derecho de la mujer ni un deber para la empresa el estado el patrón la jefa o quien sea te esté explotando. Y que encima tengas que leer “estoy en contra de la lactancia materna” en una revista feminista escrito por una feminista que tu respetas y que forma opinión.
El problema es que se te insulte como “madre traumatizada” porque no estás de acuerdo con lo que dijo una mujer, por más reconocida, feminista y letrista que sea. el problema es que se te diga que no puedes discutir cuando discutir no te interesa, lo que buscas es conversar para vivir mejor, y no pelearte para que te den la razón. el problema es que te cierren la boca con prepotencia porque tú estás tan ciega que no ves tus propios problemas. 
@pikaramagazine @zsuzsa_15 @helenlafloresta Creo que hay gente que ha puesto tanto suyo en la maternidad que no puede ni discutir.
— Beatriz Gimeno (@BeatrizGimeno1)
abril 7, 2014
El problema es seguir pensando que alguien le tiene que decir a ese útero a esas tetas a ese coño cuándo preñarse cuándo te las han de chupar quién te lo puede tocar y cómo y cuándo y cuándo y cómo y por quién. Por quién. Y que ese cómo cuándo dónde Por quién sea igual para todas: las del congo uruguay barcelona atacama vallecas el raval o la concha de su madre, las pobres las ricas las esclavas las libres las hippies las punkis las negras las azules las que toman diazepam y las de la metadona las de la copita de vodka y las grandes cocineras las de pelo largo sedoso grasiento las calvas las gordas las anoréxicas las que gritan las que callan las que están en la cárcel las que tiene un ojo morado de la hostia de anoche las solas las putas las trans las intersexuales las que andan sobre ruedas las que no oyen llorar al bebé pero lo sienten en las neuronas las que los que les que lis que…
Creo que tendríamos que ser más cuidadosas porque obviamente, son problemas que preocupan. Como preocupan las relaciones. Porque recordemos que, aunque parezca absurdo aclararlo, ser madre es una relación. Y ese es el tema que nos preocupa hoy a muchas personas que queremos tener prácticas feministas y creemos que el mundo está en los detalles y no en las grandes gestas y mucho menos en los grandes discursos, las que usamos la ironía y nos alejamos del insulto, las que nos gusta conversar y no debatir, las que sabemos que no somos nadie fuera de las relaciones. Y eso no nos lo enseñó haraway. Haraway le puso palabras para quienes tenemos la suerte (y el placer) de leerla. Eso nos lo enseña la vida cada día. Las huestes del precariado que sobrevivimos con una sonrisa, seamos madres desmadres hijas huérfanas marricidas, sabemos que nuestras experiencias son ricas y valiosas, que no necesitamos médicos ni feministas que nos digan cómo hacerlo, porque eso no lo sabe nadie. Eso se aprende haciéndolo y compartiéndolo. El resto, es discurso. Y orden.
Por eso, me gustaría que matáramos ya a esa madre abstracta que leo como una burguesa con una vida acomodada que puede escoger no renunciar a “su vida”, conflicto que no sólo no he vivido sino que, sobre todo, no me interesa. Esa no es mi lucha. Ni tengo“mi vida”. como no tengo mi casa ni mi trabajo ni mi novia ni mi amante ni siquiera mi hijo ni mi amiga. Vivo la vida y a veces la muero vivo en la casa que puedo invento los trabajos que se me ocurren amo todo lo responsablemente que puedo el hijo nunca fue mío y mis amigas se enredan tanto entre sí y conmigo que me cuesta separarlas en seres apropiables.
Hablemos de una vez cada quien de su ser madre, de su ser hija, de su ser hijo, de su ser padre, de su no querer ni hablar de esto porque nunca tendrá hijos ni hijas, de su yo crío los hijos y las hijas del mundo y para eso no necesito parir. Que haya lugar para las voces, no para los discursos. Conversemos y dejemos el debate a los políticos. Abandonemos La Política y abracemos las políticas. Busquemos formas de ser madre que no impliquen parir ni adorar, creemos comunidad y no falsos debates, confiemos en lo que sabemos y olvidemos lo que pretenden enseñarnos.
Por último, y en referencia exclusiva a esta pretendida respuesta, decir que me parece un dilema equivocado la preocupación por identificar el discurso de la madre natural como el nuevo detractor de las mujeres en occidente en el siglo 21, pero mucho más grave me parece atacar con insultos la disensión. Si me preocupara esta cuestión de la “crianza natural”, utilizaría los argumentos que tan bien han trabajado cientos de autoras feministas desde los setenta hasta hoy día y que derriban las fronteras de photoshop entre natural y artificial. Las mujeres que paren hoy día llenas de epidural, atravesadas por cesáreas, monitoreadas hasta el hartazgo, cambiando pañales híper contaminantes y comprando ropita de polyester no creo que se preocupen mucho por lo natural de su maternidad. Y a quienes se preocupan por el tema y se alejan de la artificialidad de la vida moderna para vivir una maternidad hippy pues que les vaya muy bien. ¿A quién molestan? ¿A quién hacen daño?
Y, ahora sí, último de los últimos: preguntaros un poco sobre los titulares bomba que buscan provocar…. ¿a quién? ¿cómo? ¿por qué? ¿quién gana? ¿quién pierde? Estoy convencida que manifestar una crítica, disentir, no significa enfadarse sino conversar. Puede ser que lo que leáis como enfado sean puntos de vista diferentes que intentan abrirse camino en medio de tanto grito. Escuchadles, abrir espacios de conversación en lugar de provocar y abrir heridas.
A mí, lo que me enciende de vuestros artículos, no es la maternidad que pretendéis criticar, sino la manera en que exponéis los argumentos: uniformizando, lanzando diatribas, haciendo callar, presuponiendo demasiado. Cuando habláis de “crianza natural”, ¿a qué os referís? Cuando habláis de “autonomía de la mujer”, ¿no os estáis dejando fuera a todas aquellas mujeres que no pueden ni soñar con poder decidir? ¿no estáis cerrando la conversación sobre si se puede siquiera plantear la autonomía en seres que no son sino enredados? Cuando hacéis la ecuación madre=mujer, ¿no os estáis dejando fuera a quienes son madres sin ser mujeres? Cuando decís que en la maternidad escasean los discursos críticos, ¿no se os ha olvidado leer y escuchar a las madres que se quejan cada día de su carga, que están hartas de que no se las considere personas sino madres? ¿acaso no son esos discursos críticos? No es este un artículo académico, pero cuando la precariedad me lo permita espero sentarme y hacer una bibliografía sobre el tema, que os enviaré con ilusión y respeto.
Y por último ultimísimo, cuando los titulares necesitan tanta explicación y nota al pie, ¿no es hora de cambiar la forma del discurso?
Atentamente,
Helen Torres
@helenlafloresta