sábado, 15 de junio de 2013

el docu que me hizo llorar


el 7 de junio compartimos la presentación de la edición en castellano de Bye Bye Blondie, de Virginie Despantes, editado por la editorial Pol·len. el debate se centró alrededor de la violencia y qué hacer con la rabia, el gran tema de Virginie.

Presentación del libro Bye Bye Blondie de Virginie Despentes en Barcelona from El Tinter on Vimeo.


nos debatimos entre el pesimismo por los años perdidos y el optimismo por los nuevos tiempos. ni blanco ni negro, ni bueno ni malo, surgieron preguntas interesantes sobre cómo manifestar la violencia que sentimos y hacia dónde dirigir la rabia que nos carcome. salir a romperlo todo es una falacia, asaltar a gritos a la multitud es ineficiente, darte cabezazos contra las paredes es doloroso e inútil.
en un momento de la conversación, salió la estrategia de Jeanette Winterson: escribir. la literatura como herramienta de lucha, de expresión, de canalización de la violencia. ce de las quimera apuntó el arte.
entre risas, nos debatimos por ver quién era más optimista o más pesimista. me sorprendió darme cuenta de que no veo todo tan negro como a veces pienso, y que mucha gente (activista, cañera, joven o curtida en la experiencia) vive con entusiasmo formas de vida más colectivas, más amables, menos oscuras. gente optimista.

después de la presentación compartimos largas horas de conversas y vinos. allí estaba joana cunill, creadora del documental Homenatge a Catalunya que miriam cameros me regaló como hace siempre las cosas, haciendo ver que no pasa nada pero sabiendo que puede pasar de todo.
al cabo de unos días aproveché un bajonazo de esos que acompañan los inicios de toda estación y me eché por la tarde en la cama a mirar el documental. quizás porque estoy premenstrual, o por una bajada de serotonina, la cosa es que lloré del principio al final. pero nada de tristeza: las lágrimas eran calentitas y suaves, un alivio, como si de pronto hubiera entrado en un mundo de fantasía con gente alegre haciendo cosas sin quejarse, apostando por la ardua tarea de construir mundos vivibles, dándolo todo por sueños que dejan de serlo para ser parte de la cotidianidad. gente que habla de la convivencia como un arte, de la felicidad que les da plantar tomates, de la importancia de los bancos de semillas, de los desafíos de una educación no institucionalizada, y cosas por el estilo.
el arte es un concepto muy amplio. yo incluiría estas formas de vida que van a contracorriente del mainstream, nadando rio arriba como los salmones, y encontrando energía en el mismo movimiento. creando, contra todo pronóstico. he aquí una respuesta al debate de Bye Bye Blondie.

al final del documental, una persona hace un amago de justificar su optimismo: "aunque parezca super hippie, esto es importante". y me di cuenta de la manera en que descalificamos todo lo que no sea negro, melodramático, explosivo, con el hoy ya insulto de "hippie". "es hippie" significa que es estúpido, ingenuo, no transforma nada, no me interesa.
nos encantan las grandes gestas, la dramatización extrema, la empatía a través de lágrimas de cocodrilo. el sensacionalismo, en fin. el resto, la gente que lucha incansablemente, el análisis de esas luchas, nos importa un carajo. eso no vende. todo siempre sale mal, y lo que sale bien es de tontos.
pues yo me quedo con los tontos. como bien dijo virginie, la expresión destructiva de la violencia es el recurso de la ultra-derecha para desmovilizarnos. por no decir que estar todo el rato echándole la culpa al sistema como si fuéramos alienígenas o al Estado como si viviéramos en la anarquía institucional no parece muy apropiado.
las grandes demostraciones ocultan a veces los esfuerzos y los pequeños logros de miles de personas que no se tragan la mierda que el Estado pone en nuestra mesa cada día, que se entienden a sí mismas como parte de la sociedad y que actúan a conciencia. yo también planto tomates, paseo por el campo, amo a mi perro, creo en la amistad y la lucha colectiva, y prefiero el entusiasmo a la depresión.
cuando hablamos de luchas que creemos que acabaron mal, me parece fundamental analizar los procesos de organización y movilización, qué criterios se tuvieron en cuenta, cuales se dejaron de lado, en qué contexto se realizaba la acción... y si creemos que esa lucha no ha acabado, mostrar sus logros es una apuesta por el entusiasmo que, en estos tiempos, merece una mención especial.
¡optimistas del mundo, uníos!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

aish...ahora eres tu la que me has hecho llorar a mi. un millón de gracias. yo intento ser la perfecta optimista, pero los bajones me traicionan y la realidad a veces me supera. así que me encanta saber que a muchas hace tiempo que las etiquetas nos asfixian. prosumidoras optipesimistas! mucha rabia y mucha ternura pa ti, guapa. vaya, ahora tengo que demostrar que no soy un robot... joana

HelenLaFloresta dijo...

optipesimistas ploramiques... jajaja

muaaa

Anónimo dijo...

el amor nunca muere ...